La situación de emergencia mundial ha cambiado literalmente los hábitos y costumbres personales, pero también la dinámica de funcionamiento familiar en todas las sociedades. Los ritmos laborales se acallan, el tiempo para dedicar a la familia se extiende, la tolerancia se pone a prueba, las máscaras se caen, la economía familiar se derrumba, los niños se aburren, los padres disienten, los resentimientos reprimidos se manifiestan, la televisión y el cine en casa crece en la demanda…. Todo parece estar patas para arriba. El hogar como refugio para relax y el descanso se convierte en el único escenario donde pasa “todo” y nadie se sentía preparado para ello. Pero en este caso, quiero poner la lupa sobre los niños y adolescentes, quienes ven afectada su intimidad, sus horarios y sus rutinas, aparentemente con menos preocupaciones que los adultos, pero con sus propias…
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